¿Quiénes son los culpables?
El mundo en el que hemos vivido es, en muchos sentidos, una película de terror guionizada bajo la influencia del encantamiento.
Cuando uno se da cuenta de la enormidad de este secuestro global, la ira y la indignación son emociones perfectamente naturales.
Sin embargo, buscar a los culpables es tan inútil como preguntarse si la gallina hizo el huevo o el huevo hizo la gallina.
Todos hemos aceptado actuar en esta película, a veces por miedo, a veces por codicia, más a menudo por ignorancia.
Los seres humanos son básicamente buenos, por lo que quizás nos resultaba difícil ver un plan tan maquiavélico.
Al aceptar jugar en la superproducción del hechizo, nos convertimos, a pesar de nosotros mismos, en actores y cómplices.
No hay culpables
Mientras no se cuestione cada aspecto de la visión del mundo inducida por el hechizo, se sigue siendo cómplice de su propagación.
Tu atención la alimenta. Tu miedo lo potencia. Retirad vuestra lealtad a esta narrativa, apagad la charla radiofónica y se disipará.
Y ahora la buena noticia: cuanto más absurdo sea el mundo generado por el hechizo, menos creeremos en él.
Por muy poderoso que parezca, el hechizo se debilita cada día.